domingo, 15 de julio de 2007

Viejo no, mas bien clásico

¿Avejentado?
No, viejo no, más bien clásico.


¿Qué es ser clásico?
Ser clásico es mantener el estilo y avanzar haciendo frente a las modas.

Hoy hablaremos de tragos.

No importa si la moda es el ron o alguna vez lo fue el vodka o el tequila o el destilado que fuese, el sujeto clásico pedirá whisky, siempre whisky. Y por supuesto, jamás se decantará por aquellos estrambóticos tragos de colores que aúnan destilados, zumos, lácteos y quién sabe qué otras excentricidades para llegar a semejar, como los llama un amigo, “Tortas servidas en vaso”.

El whisky es un verdadero clásico, preséntese en su etiqueta ya sea como whisky, whiskey o, por qué no, como el españolizado güisqui (visiten la Rae de vez en cuando).
Este apetecible Agua de la Vida como le llamaran los antiguos irlandeses, nos ha enseñado que no es necesario tener sangre gaélica en la venas para poder disfrutar de él.


Excepciones al whisky.


Claro que no siempre es adecuado pedir whisky. Por ejemplo, acompañar la comida con whisky es bastante desacertado; es como demostrar tu parco hábito a él y vociferar que ahora que tienes uno pretendes bebértelo todo. Por esta razón existen algunas situaciones en que otro bebestible será tan o incluso más apetecible que el mejor whisky.

Las dos grandes excepciones del clásico son:


Vino:
Un buen vino siempre será apreciado, incluso en ocasiones mucho más que un buen whisky. El vino es el fiel acompañante de toda merienda, razón por la cual un vino servido sólo es un agravio que no queremos cometer. Por esto, el vino se sirve en la mesa y en lo posible acompañado de un generoso ágape. Que el vino sea de una cepa blanca o tinta dependerá tan sólo de la ocasión.
Una recomendación que siempre es bueno acatar: Si está en Chile, no cometa el desatino de pedir un vino francés, será un desprecio que conlleve un costo social y por supuesto un coste económico innecesario (un vino chileno, en Chile, siempre será más asequible que uno francés). –Nota: Si usted es chileno y perpetró el recién mencionado ultraje, agénciese lo antes posible (descárguelo en mp3 si lo desa) aquel famoso tema de Los Prisioneros, “Por qué no se van”.


Vermouth:
El vermut (sí, la RAE ya lo tradujo) es en sentido estricto, un vino. Es un vino reposado en hierbas, especialmente ajenjo que suele servirse más como coctel que como acompañamiento de una buena mesa. El vermut es un trago ligero que puede tomarse sólo o en dos o tres aceptables combinaciones:
Martini (con ginebra) o Vodka Martini (obviamente, con vodka). Ambas con una ligera fama de snob y de una estampa que roza en lo clisé (Pedirlo “agitado, no batido” es una buena forma de incitar esas características y desdeñosas risitas de las mesas vecinas).
La tercera combinación, bastante discutida, es el Vermut Citrus (con ginger ale y una rodaja de limón), repudiada por algunos caballeros (y vilipendiada por el vulgo bebedor de cerveza), es un trago muy aceptable para una tarde de verano; especialmente si se está en compañía de una dama a la cual no queremos embriagar y a la que nunca osaremos ofender ofreciendole cerveza (me atrevería a decir que ni los alemanes lo hacen)


Recuerden, no es ser viejo, es ser clásico